Era rico pero infeliz. Entonces, decidió dedicar su vida a los perros abandonados

Rakesh Shukla ha dado un hogar a 735 perros que nadie quería

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“He trabajado en Dehli, en los Estados Unidos y después establecí mi propia compañía en Bangalore. Mi vida entonces iba solo de comprar coches grandes, relojes caros y tener una vida de lujo. Había viajado y visto el mundo varias veces, pero no era feliz”.

Antes de tener a su primer perro, Rakesh Shukla, un ingeniero de software de Bangalore, capital del estado indio de Karnataka, trataba de encontrar la felicidad en una vida de lujos que no le aportaban nada. Ahora, el dinero que antes invertía en coches, relojes y viajes lo utiliza para cuidar de los 735 perros abandonados a los que ha dado una segunda oportunidad.

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La vida cambió cuando en 2009, Kavya, una cachorrita de Golden Retriver llegó a su vida. “Cuando llegamos a casa, ella se escondió en una esquina. Me agaché a su nivel y la llamé. Ella me miraba, tenía miedo, pero yo podía ver que quería confiar en mí”, ha explicado a la BBC.

“Y en ese momento sucedió. Fue un sentimiento físico, notaba un hormigueo en la piel, una sensación de calidez. Y después de eso nunca he sentido la necesidad de volver a preguntarme, ‘¿Por qué estoy yo aquí?'”.

La segunda perra del señor Shukla apareció en su camino solo tres meses después, cuando se lo encontró en la calle. “Llevaba 12 o 13 días lloviendo, estaba mojada y triste, así que me la traje a casa también”, dice.

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A partir de entonces, cada vez que se encontraba un perrito abandonado, se lo llevaba con él. Cuando su mujer protestó por la jauría que había montado en casa, Shukla desplazó a alguno de ellos a su oficina, donde organizó un hogar para perros en la planta superior.

En 2012, cuando aquel espacio se quedó pequeño, Shukla compró un terreno y lo convirtió en un santuario para perros viejos, enfermos o que, simplemente, nadie quiere.

Shukla pasa tres o cuatro días a la semana cuidando de sus canes. Su organización, a la que bautizó como The Voice of Stray Dogs (La voz de los perros callejeros), acoge a perros de todas las razas, y también a los que no pertenecen a ninguna. La mayoría de ellos han nacido y crecido en la calle, pero también hay otros que fueron abandonados por sus dueños.

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Cuando Shukla aparece por ahí, la fiesta está organizada. Todos corren hacia él a saludarle y darle besos. Él les habla, les acaricia y les rasca detrás de las orejas. La última vez que contaron, había 735 perros.

“Soy la última oportunidad que tienen estos perros. Ya no son monos y tiernos. Muchos están enfermos y ya nadie los quiere” explicó. La gente por allí le llama “Dog Father”, y cuando él habla de los perros se refiere a ellos como sus bebés y a sí mismo como su papá.

La granja está diseñada expresamente para sus habitantes caninos, con muchos espacios abiertos para correr y lagos para que puedan nadar. Tiene una valla de seguridad para que nadie pueda entrar a hacerles daño y a 10 empleados para asegurarse de que reciben todos los cuidados que necesitan, incluyendo a un veterinario.

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Cada día se cocinan allí 200 kilos de pollo y 200 kilos de arroz para alimentar a la jauría, y se da a los perros enfermos las medicinas y tratamientos que necesiten. Mantener este santuario animal le cuesta al señor Shukla entre 630 y 700 euros al día. Él se hace cargo del 93% de los fondos.

El pasado año hubo quejas de colectivos animalistas que demandaban acceder a la granja y de personas que consideraban que estaba creando desorden social teniendo tantos perros juntos, pero Shukla no está dispuesto a ceder a la presión, “He hecho un pacto con mis perros”, dijo. “Y solo nos moveremos cuando alguno estire la pata”.

Fuente: playgroundmag



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