En Seul, Corea del Sur, miles de niños son abandonados todos los años. Algunos, incluso, ni si quieran llegan a ver la luz del sol. Para evitar que más niños crezcan en las calles sin el amparo familiar, el pastor Lee Jong-Rak decidió intervenir.
Este hombre construyó una caja de depósito. Nadie sabía cuál sería su fin, ni siquiera él confiaba en la eficacia de su idea, pero siguió adelante. Colocó al interior de la caja una toalla, calefacción y una alarma. La caja era una alternativa para salvar la vida de los bebés.
Las madres tendrían la opción de dejar a sus hijos en esta caja. Una vez que los depositaran allí, la alarma se activaría y el pastor, el personal del templo o su propia esposa, acudirían hasta la caja para recoger al pequeño.
El pastor no sabía si las mujeres se atreverían a dejar a los bebés dentro de la caja, ni siquiera sabía cómo lograr que ellas supieran de esta alternativa. Pero su idea, poco a poco, comenzó a funcionar.
Madres sin posibilidades para criar a sus hijos o mujeres que no deseaban dar a luz, pero no pudieron abortar, tenían la opción de dejar a sus hijos en buenas manos.
Desde el 2009, más de 660 bebés han llegado hasta la caja de depósito, algunos, incluso, han sido abandonados por sus madres con el cordón umbilical.
La situación de abandono no ha mejorado y los índices no han bajado, pero, al menos, Lee Jong-Rak les brinda una oportunidad de vida a estos niños. Su acción ha sensibilizado a muchas personas que se han unido a su causa y lo apoyan en el trabajo de amparo.
Fuente: perfecto.guru