Todo el mundo conoce esta icónica imagen: fue en 1968. Martin Luther King y Bobby Kennedy fueron asesinados. Los EE.UU. se ven envueltos en una serie de disturbios raciales por todo el país y la protesta contra la guerra en Vietnam acaba de empezar. El mundo entero estaba al borde de un conflicto mundial. Y justo en el medio de todo esto se celebraban los Juegos Olímpicos de 1968 en la Ciudad de México.
Fue en este momento de confusión, incertidumbre y temor, cuando dos americanos hicieron algo que se recordaría para siempre. Tommie Smith y John Carlos, la 1er y la 3er personas más rápidas del mundo, bajaron la cabeza y levantaron los puños con guantes negros puestos cuando “The Star-Spangled Banner” sonaba en honor a la victoria de Smith en los 200 metros.
Pero, ¿qué pasó con el tercer hombre de la foto? Quien parecía una persona blanca sin más, estando de pie, pasivamente, y viendo cómo se hacía historia, es cualquier cosa menos eso. Él es Peter Norman, el australiano más rápido de la historia y, en ese momento, la 2º persona más rápida del mundo. Tommie Smith y John Carlos desataron una controversia global al hacer el saludo al poder negro, lo que hizo que fueran expulsados de los Juegos y recibieran amenazas de muerte ya estando en casa. Los dos afroamericanos tomaron partido por los derechos civiles a raíz de las tragedias y el retroceso en las libertades. Pero lo que casi nadie sabe es que Peter Norman les daba su apoyo por los derechos humanos por todo el mundo. Y lo pagó con su muerte.
Peter Norman era de Australia, un país donde, en aquel entonces, había unas leyes de segregación similares a las de EE.UU. De hecho, la discriminación de Australia hacia su población nativa inspiraron las leyes de segregación racial (apartheid) en Sudáfrica. Entre 1905 y 1969, el gobierno australiano apartó a casi 100.000 niños aborígenes de sus familias y los colocó en adopciones forzadas para “civilizarlos”. Si un australiano era visto hablando o interactuando con una persona negra o de cualquier otro grupo minoritario, lo arriesgaba todo.
Después de la memorable carrera, Norman, que se hizo con la plata, se encontró con Smith y Carlos que le preguntaron si él creía en los derechos humanos. Él contestó que sí. Entonces le preguntaron si creía en Dios. Él contestó que creía fervientemente en Él. John Carlos siempre recordará lo que Norman dijo: “Yo os apoyaré”. Carlos recuerda no haber visto ni pizca de miedo en sus ojos, sólo amor.
Smith y Carlos decidieron llevar una insignia, que representaba el movimiento atlético dentro de las Olimpiadas que apoyaba la lucha por la igualdad de derechos. Norman, que no contaba con una insignia, abordó a los americanos e hizo algo impresionante: “Yo creo en lo que vosotros creéis. ¿Tenéis otra insignia para mi?” preguntó, señalando a las que tenían en sus chaquetas. “Así puedo mostrar mi apoyo a vuestra causa”.
Smith estaba como loco: “¿Quién se cree que es, este australiano? Ganó su medalla de plata, ¡con eso ya tiene suficiente!”. Smith no tenía una insignia de más, pero con un poco de ayuda de otro atleta americano, Norman consiguió uno. Lo que ocurrió entonces hizo historia.
Los tres atletas subieron al podio. Smith y Carlos levantaron sus puños en saludo al poder negro. Nunca antes nadie se había atrevido a hacer algo tan impactante en las Olimpiadas, llevando a cabo una acción política delante de millones de personas. Ellos tres sabían que era el momento de tomar partido para siempre por lo que es correcto: gritar que todos los seres humanos somos iguales. El líder de la organización de las Olimpiadas dejó claro que los tres atletas pagarían caro por ese atrevimiento -por el resto de sus vidas.
La historia reivindicó a Smith y a Carlos. La estatua de arriba fue levantada en San Jose State University para agasajarles. Pero, si miras más de cerca, el segundo puesto está vacío. En su ausencia, la estatua es también representativa de lo que le pasó a Norman después de aquel fatídico día. Es posiblemente la historia más triste de un héroe que hayas leído.
Norman fue simplemente borrado de la historia. Expulsado del equipo australiano para las Olimpiadas de 1972, Norman dejó el deporte profesional, pasando de un trabajo a otro, de profesor de gimnasia o carnicero. Fue etiquetado como un extraño por la sociedad australiana y su familia también fue rechazada. Una lesión deportiva le ocasionó gangrena, lo que le llevó a engancharse a la bebida. Norman fue diagnosticado de alcoholismo y depresión. John Carlos dijo de Norman, “Peter estaba haciendo frente a un país entero y sufriendo completamente solo”.
Ofrecieron a Norman una última oportunidad: que condenara a sus compañeros, que denunciara a Smith y a Carlos y sería perdonado. Pero él sabía que no había hecho nada malo y se negó. En 2006, murió repentinamente de un ataque al corazón. Sin recibir ni siquiera la disculpa que tanto merecía. Tommie Smith y John Carlos fueron portadores del féretro en su funeral.
En 2012, el Gobierno Australiano ofreció sus disculpas a Norman: Se disculparon ante Peter Norman “… por el error de Australia al no enviarle a las Olimpiadas de Munich de 1972, a pesar de estar perfectamente cualificado para ello; y reconocemos tardíamente el papel tan poderoso que jugaba Norman promoviendo la igualdad racial”. Fue un poco, bastante tarde…
“Él pagó el precio de su decisión”, explicó Tommie Smith, “no era sólo el simple gesto de ayudarnos; era SU lucha. Él era un hombre blanco, un blanco australiano entre dos hombres de color, de pie en el momento de la victoria, luchando por el mismo objetivo”.
Casi 50 años después, seguimos luchando por la igualdad y los derechos humanos. Norman pagó un precio cruel, pero su sacrificio demuestra que la igualdad es lucha de todos. Blancos, negros, latinos… Honra su memoria y ayuda a difundir su mensaje de amor compartiendo esta historia. La humanidad necesita a más como Peter Norman.
Fuente: nolocreo