Miles de niñas y adolescentes captadas por el movimiento pro-ana en internet

Girl with notebook
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Laura ha cumplido 12 años este curso, y cuando regresó de sus vacaciones de verano una de sus amigas le dijo que “había echado culo”. Esa misma tarde cogió la tablet que hay en el salón de su casa y en lugar de bucear entre vídeos musicales de Youtube, se metió en un buscador y tecleó: “cómo perder culo” y “dietas para adelgazar”. Una página le llevó a un foro, y éste a otro. Al final, sin buscarlo ni saberlo, accedió a una de las cientos de páginas pro-ana que circulan por internet. “Pro-ana” es el nombre que las pro-anorexia se dan a sí mismas, del mismo modo que las “Pro-mia” son las webs, foros y perfiles en los que se mueven las pro-buliMIA.

Las niñas y adolescentes que frecuentan estos espacios en internet tienen, en su mayor parte, entre 14 y 16 años de edad, pero se mezclan con universitarias de 20 y con niñas de 11 ó 12 años. El objetivo de estos sitios es presentar los trastornos de la conducta alimentaria como “estilos de vida”. Manifiestan constantemente que la anorexia y la bulimia nerviosas son  formas de alcanzar la perfección y el control sobre su propio cuerpo: “No habrás dominado tu cuerpo hasta que no seas capaz de dominar el hambre. Siempre puedes consumir menos calorías”. Con frecuencia reproducen frases como: “Preferimos vivir como mariposas aunque duremos poco tiempo, que vivir como gusanos durante muchos años”.

Las secciones fijas de la mayoría de estas páginas son siempre las mismas: dietas, tips, imágenes de inspiración, oraciones propias, distintivos para identificarse… Y de todas ellas las más indignantes suelen ser las de tips. Los trucos para acelerar la pérdida de peso van desde la utilización del dolor para “estresar al organismo”, hasta la utilización del frío. Dicen cosas como: “Intenta pasar todo el frío que puedas. No te abrigues, ten las ventanas de tu habitación siempre abiertas, come frío, mastica hielo… Cuanto más frío pases más calorías quemará tu organismo y adelgazarás”; “Bebe limón, échale vinagre a todas tus comidas, porque el vinagre y el limón son desengrasantes”; etc.

Laura lleva semanas probando distintos trucos, pero está sorprendida porque apenas ha conseguido perder peso a pesar de los resfriados y los dolores de estómago provocados por el limón exprimido. Le da asco vomitar, y no se atreve a meterse los dedos en la garganta después de la cena. Está leyendo más cosas, animada por otras chicas mayores a las que no conoce, y se plantea dar un paso más…

Hace ya diez años que organizamos en el Palacio de Congresos de Madrid, el Congreso Nacional Sobre Anorexia y Bulimia en Internet. Tanto los ponentes como el público asistente (médicos, psicólogos, profesores y otros profesionales) coincidieron todos en señalar el daño brutal que este tipo de contenidos estaba causando. Recuerdo las palabras del médico responsable de la unidad de atención a estos trastornos de un conocido hospital, y cómo explicaba que lo primero que hacían cuando ingresaban a una paciente con anorexia nerviosa era impedirle el acceso a internet. Sabían muy bien que buscaría en la red el apoyo de sus compañeras pro-ana para no “doblegarse” al tratamiento.

La inmensa mayoría siguen siendo chicas (9 de cada 10) y cada vez más jóvenes. No es un problema venido a menos, sino que continúa expandiéndose. No se trata de foros o grupos de autoayuda en los que exanoréxicas y personas en recuperación tratan de compartir experiencias para salir adelante, sino de contenidos y dinámicas altamente destructivas, en las que niñas y adolescentes se mueven bajo los parámetros de lo que en ocasiones funciona como una verdadera secta. Existe una jerarquía en la cual la base de la pirámide está conformada por las bulímicas incapaces de controlar los atracones, y en la parte superior las anoréxicas restrictivas que son capaces de aguantar todo el día con una manzana. Existen los “10 mandamientos de Ana”, un Credo de Ana y hasta oraciones.

Creyendo profundamente en la libertad de expresión, no puedo evitar revolverme ante este tipo de contenidos. He tenido una comparecencia en el Senado y otra en el Congreso, en sus correspondientes Comisiones y Subcomisiones sobre internet y menores, y en ambas he planteado lo mismo. Para niñas y adolescentes como Laura, la presencia de estos grupos puede ser demoledora… Semanas leyendo sus consejos, estableciendo contacto con otras adolescentes mayores que ella, viendo constantemente reforzada su conducta, leyendo continuas frases de ánimo… viéndose envuelta en una danza macabra de dietas, autocastigos y mantras de los que todas son realmente víctimas. No sabemos quién, dónde, cuándo ni cómo empezaron estas páginas, pero no se trata de buscar culpables. Ellas no generaron el problema, sino que son víctimas de muchas y diferentes circunstancias. Viven en una sociedad en la que el tamaño o la forma de tu culo puede ser una unidad de medida. Una sociedad en la que ni tan siquiera siendo una adolescente en pleno desarrollo te dejan en paz. Siglos y siglos de enfermiza y machista obsesión por decidir y controlar todo lo relativo a las mujeres: desde cuál debe ser el tamaño de su culo, hasta si tienen capacidad para votar, tener cuenta bancaria o conducir un coche.

La respuesta que yo obtuve de nuestros representantes políticos, la que llevo escuchando 10 años desde aquel Congreso en Madrid, es tremendamente descorazonadora. Rostros de sorpresa y movimientos de asentimiento… pero nada más. En otros países ya se han regulado y prohibido estos contenidos, del mismo modo que son ilegales las páginas y foros en los que se hace apología del racismo, por ejemplo. Una cosa es la libertad de expresión y otra la promoción de ideas que generan dolor y muerte. ¿Cuándo considerarán sus señorías que este tema es digno de su atención?

Fuente: kidsandteensonline


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