Parece que el dinero sí da la felicidad

  • Un estudio indica que las personas con más ingresos, tienen más relaciones personales y, por ello, mayor bienestar.

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Que el dinero no compra la felicidad es una afirmación que intenta consolar a todos aquellos que no disponen de una holgada comodidad financiera. Aunque parece que la tan arraigada afirmación no es más que un mito.

Un nuevo estudio indica que quienes disfrutan de una cuenta corriente boyante, tienen mejor estado de ánimo.

El dinero facilita la creación de sensaciones placenteras en nuestro cerebro. Como decía Woody Allen, es una fotocopia en color de la felicidad que resulta muy difícil de distinguir del original”, indica José Antonio Portellano, psicólogo clínico y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid.

Más dinero, más relaciones sociales

El vínculo entre el dinero y la felicidad es uno de los campos de estudio favoritos de la psicología y, lamentablemente, las evidencias apuntan a que tener posibles es un importante detonante del bienestar.

Pero en este caso, la mencionada investigación se han centrado en su relación con una de las necesidades humanas más básicas: el contacto. Sus resultados muestran que cuanto más altos sean los ingresos, menor es la sensación de soledad.

Entre sus resultados, se muestra que esta correlación es especialmente fuerte entre adultos de mediana edad. “El dinero es más importante en esta fase que en personas más jóvenes o mayores, al igual que el estatus profesional”, indican sus autores en un comunicado. Parece que tener un buen trabajo es, también, un salvavidas contra la soledad en esta fase.

Un bálsamo contra el estrés

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En una sociedad capitalista en la que el consumo es uno de sus motores esenciales, tener libertad de crédito garantiza un alivio a las tensiones que provocan las facturas.

“Disponer de seguridad económica nos facilita hacer otras cosas que nos resultan mas gratificantes y, por tanto, lograr mayores niveles de bienestar emocional, un requisito imprescindible para ser feliz”, comenta Portellano.

Cuanto más altos sean los ingresos, menor es la sensación de soledad”

Asimismo el experto indica que existen factores cognitivos diferenciales en cada persona que hacen que la percepción del dinero sea diferente, como consecuencia del estilo educativo o la personalidad.

Pero para la mayoría de los que viven en sociedades occidentales, el dinero es como mínimo un factor esencial para garantizar unas condiciones básicas de vida. “Incluso cuando uno tiene un estado de bienestar emocional, la estabilidad económica aumenta las sensaciones placenteras”, añade.

La corriente escéptica

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Existe una rama de la psicología, denominada como positiva, que se aparta de la relación entre lo material y el bienestar. “Se basa en la creencia de que la gente quiere llevar una vida plena y con sentido para cultivar lo que es bueno para ellos y mejorar sus experiencias de amor, el trabajo y el ocio”, según indica el Centro de Psicología positiva de la Universidad de Pensilvania.

“Cuando se tienen bien cubiertas las necesidades materiales, intervienen otros factores como los sentimientos, la autoestima y el sentido de la vida. A partir de un punto ambas curvas no van juntas”, explica el profesor de la Universidad Complutense.

El aumento de la riqueza tiene efectos insignificantes en la felicidad personal”

Martin Seligman

Profesor de la Universidad de Pensilvania

Por su parte, Martin Seligman, profesor de la Universidad de Pensilvania e impulsor de esta corriente cuenta -en su libro Authentic Happiness– con una visión más restrictiva: “El aumento de la riqueza tiene efectos insignificantes en la felicidad personal”.

El autor manifiesta en el citado libro que existen un amplio número de circunstancias internas que están bajo el control de la voluntad. “Si decides cambiarlas, es probable que tu nivel de felicidad aumente de forma duradera”, manifiesta Seligman en el volumen.

Trabajar la felicidad

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Mejor que vivir con la esperanza de que la lotería toque en tu puerta, la felicidad se puede trabajar con herramientas que, como indica Seligman, están al alcance de nuestra mano: reducir los niveles de ansiedad, con técnicas como la meditación, y darle importancia a los pequeños placeres del día a día son algunas de ellas.

“Cuando una persona es capaz de incrementar las sensaciones placenteras ante pequeños acontecimientos, facilitamos la percepción del bienestar y contribuimos a mejorar la felicidad. Es lo que se ha dado en llamar Optimismo Inteligente”, concluye Portellano.

Fuente: lavanguardia




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