«Todos los días nos llamaban locos en el Camino de Santiago, hacen falta más locos en la vida»

Juan Luis y Óliver Marfil. Caminantes sin límites

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Juan Luis y Óliver, una pareja de hermanos sin límites – Ramón L. Pérez/Ideal.es

«Mi hermano ‘Juanlu’ es un superviviente. Si viajáramos a la selva africana y hubiera que comer cebra, comería cebra».

Vale, ¿pero y si viajasen a un planeta invadido por los zombis?

«… Se comería a los zombis».

‘Juanlu’ es Juan Luis Marfil (Granada, 1991) y tiene parálisis cerebral. Aunque apenas puede pronunciar unos pocos remedos de palabras, habla fluidamente con los ojos, los gestos, las risas y las carcajadas. Porque ‘Juanlu’ es una persona muy divertida. Se parte el pecho al escuchar a su hermano Óliver Marfil (Granada, 1996) referirse a él como un hipotético devorador de muertos vivientes.

En resumen, que Óliver y ‘Juanlu’, ‘Juanlu’ y Óliver -tanto monta, monta tanto-, son la monda. Cuesta imaginarlos ‘rayados’, pero entre el 13 de septiembre y el 22 de octubre de 2016 tuvieron algún momento malo. Normal. A lo largo y ancho de esos cuarenta días recorrieron el Camino de Santiago en el ‘coche de San Fernando’, o sea, a pulso. Y nunca mejor dicho, porque más de una vez la silla de ruedas de ‘Juanlu’ -tuneada para la ocasión- tuvo que viajar sobre los hombros de ‘la ONU’ de peregrinos -un croata, catalanes, una estadounidense, una italiana…- que se fueron sumando a la gesta de la pareja granadina en calidad de voluntarios. «Nos dijeron que nosotros éramos lo que ellos habían ido a buscar al Camino», recuerda Óliver.

La ‘quijotada’ -que contó con el apoyo de la oenegé ‘La ciudad accesible’ de Granada- arrancó en Roncesvalles, según informa Ideal.es. Llovía a cántaros y Ana, la madre de los aventureros, les seguía en una furgoneta por si las moscas. La familia que viaja unida, permanece unida.

¿Cuántas veces les llamaron locos durante el Camino de Santiago?

«Muchas. Todos los días nos llamaban locos. Pero es que hacen falta más locos en la vida»

¿Y nadie intentó disuadirles para que no lo hicieran?

«No. Desde luego, nadie de la familia. Al contrario. Mi hermano es una de las personas más activas que conozco. Siempre ha practicado deporte, es muy sociable… Cada día hace una cosa nueva».

La llegada de ‘Juanlu’ y Óliver ‘Trip’ -que es el alias que da nombre a su bitácora de trotamundos: olivertrip.com/blog/- a Santiago de Compostela fue antológica. Eran las cinco de la tarde. ‘Juanlu’ dio un grito que espantó a las palomas e impuso un silencio conmovedor en la plaza del Obradoiro. Y ‘Juanlu’ y Óliver lloraron como niños y como hombres. Luego, alguien descorchó una botella de cava -quizá fueron dos- y el silencio terminó. Y la vida continuó su curso. Sin límites.

Lo que sigue son los ‘momentazos’ de la epopeya.

¿El momento más feliz?

El momento más feliz fue también el momento más triste: cuando llegamos a Santiago y fuimos conscientes de que lo habíamos conseguido. Nos sentimos las personas más felices del mundo, pero no por haber llegado a Santiago, sino por haber tenido la oportunidad de vivir ese viaje y de conocer a todas las personas que conocimos. Y fue el momento más triste porque teníamos la sensación de que todo había acabado. Nuestra película, que parecía de fantasía, llegaba a su fin.

¿El momento más amargo?

También la llegada a Santiago. Por un lado, estás lleno de emociones, pero, por otro, es el momento más amargo porque hay que separarse. El grupo se rompe temporalmente. Te queda la amargura de que se acaba la que ha sido tu forma de vida durante cuarenta días.

¿Y el más duro?

Hemos tenido etapas muy, muy duras… Pero lo más duro de verdad es el conjunto de los 40 días, la fuerza mental y física que hemos tenido que sacar mi hermano y yo para afrontarlos. Descubrimos al superhéroe que llevábamos dentro. No sabíamos que teníamos esa fuerza mental y física. Nos levantábamos a las siete de la mañana para caminar una media de 25 kilómetros diarios. Terminábamos alrededor de las cinco de la tarde, pero igual te encontrabas con un albergue que no era accesible y tenías que subir veinte escaleras para ir al baño. Luego tenía que duchar a mi hermano y ducharme yo. Y después me ponía a editar los vídeos y a subirlos…, porque estábamos todo el día grabando. Coger el hábito de hacer todo eso fue lo más duro.

¿Y el momento más tierno?

El amor. Durante este camino sin límites, se han visto reflejadas todas las formas de amor posible: el amor entre hermanos, el amor de una madre hacia sus hijos, el amor de una pareja, el amor de un grupo de amigos que se convierten en una familia… Sí, hemos visto todas las formas de amor en el Camino de Santiago.

¿Lo más complicado?

El Camino de Santiago no es accesible en muchos tramos, pero nuestro reto fue hacerlo siguiendo la ruta tradicional que siguen todos los peregrinos. Subimos a Cebreiro, a pesar de que todo el mundo que nos vio aquel día nos decía que era imposible, que no se podía hacer con una silla de ruedas. Hubo partes en que tuvimos que coger a mi hermano, porque era imposible pasar con la silla de ruedas. Otras tuvimos que utilizar cuerdas para tirar de ella. La silla se partió dos veces… Hemos vivido de todo.

¿Y lo más sencillo?

Pues que una vez que pasamos la prueba del primer día, que diluviaba y estábamos solos, el Camino nos dio todo lo que necesitábamos: la mejor gente para ayudarnos. Ni haciendo un ‘casting’ entre mil personas habría salido un equipo mejor. El viaje nos recompensó.

¿El mómento más relajante?

Cuando terminabas una etapa y ya estabas duchado. Estábamos cansados pero disfrutábamos del buen ambiente que hay siempre en los albergues. Y, personalmente, cuando más me relajaba es cuando cerraba el vídeo.

¿El más irritante?

La gente pesimista, la gente que te dice que no lo hagas porque es imposible.

¿Y le más tonto?

Algunas caídas que tuvo ‘Juanlu’, ja, ja, ja (el aludido también se ríe a carcajadas). Por ejemplo, conocimos a un hombre que iba en bicicleta y a ‘Juanlu’ se le ocurrió que enganchase la silla de ruedas con una cuerda para tirar de él. Y la silla se volcó. Fui corriendo hacia él, totalmente asustado: ‘Se ha matado’, pensaba. Cuando llegué hasta él, estaba tirado en el suelo. Tenía un chichón en la frente, pero se estaba descojonando de risa (‘Juanlu’ recuerda el ‘momentazo’ y el volumen de sus carcajadas aumenta todavía más). Si te caes, lo importante es levantarte con una sonrisa.

¿Y el momento más disparatado?

La locura que teníamos, todo el día para arriba, todo el día para abajo, ja, ja, ja

¿El más erótico?

Ja, ja, ja… En el Camino había chicas muy guapas, pero tampoco teníamos tiempo para distraernos. En el Camino hay que estar muy centrado. Si te sales, ya no vuelves, ja, ja, ja.

¿El más aburrido?

Espero que nadie se moleste, pero los 300 kilómetros de la parte de Castilla era una línea recta y el paisaje era todo el rato igual… Además, era cuando más calor hacía. Pero nosotros pusimos un altavoz para ir escuchando música. Íbamos cantando y bailando.

¿El momento más inolvidable?

Cada una de las personas que hemos conocido. Cada día era especial para nosotros. Era imposible caer en la rutina. Siempre pasaba algo especial.

Fuente: abc



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