Las personas que menos tienen suelen ser las que más dan, ellos han vivido en carne propia la desesperanza y las carencias y es por eso que son tan solidarios con los otros. Así pudo experimentarlo en carne propia esta chica brasileña.
Caroline Santana, de 24 años de edad, estaba a punto de abordar el autobús hacia su casa cuando se percató de que había perdido su boleto. En ese momento un hombre se acercó a pedirle dinero.
– ¿Puedes esperar un minuto?, creo que he perdido mi pase – le dijo ella al mendigo. Jamás habría imaginado la respuesta del hombre.
-¿Cuánto necesitas para el boleto? – respondió al instante el sin techo – Sólo tengo cuatro reales (1.27 dólares), pero puedo dártelos si los necesitas –
Caroline estaba impresionada, no podía creer la amabilidad del hombre que apenas unos segundos antes le había pedido dinero; aún así, le agradeció y rechazó la oferta.
– ¿Estás segura? – Insistió él – Puedo darte el dinero, no puedo dejar que camines, puedo ayudarte – Pero ella se negó una vez más; en ese momento volvió a buscar en su bolso y lo encontró, ahí estaba su boleto de autobús.
Agradeció una vez más al hombre y caminó hacia el vehículo, pero apenas unos pasos después se detuvo y se giró. Quería tomarse una fotografía con él para compartirla en facebook, para que todos conocieran el buen corazón y enorme desapego de aquel vagabundo.
– Escribe que mi nombre es César, ese es mi nombre – Le pidió a Caroline. Ella encontró dos reales en su bolso, se los dio y se despidió por fin.
La fotografía compartida estaba acompañada por el siguiente comentario:
“¿Fue un simple gesto? ¡SÍ! Pero hay una lección. Este caballero, que tiene tan poco, quien necesita a los demás para sobrevivir, estaba dispuesto a darme todo lo que tenía aquella noche para que yo no tuviera que ir a casa andando. Estoy segura de que siempre es condenado por otros por su apariencia – mucha gente debe pensar que es malo y que podría ser un ladrón. Pero no, tiene un gran corazón”.
“Esta historia es una lección de caracter, humildad, sabiduría y amor! Nunca juzguen a nadie por su apariencia. ¡Dios escribe recto con renglones torcidos!“
César nos demostró que, aún en las carencias, las personas pueden ser buenas y dar todo de sí para ayudar a los demás, él es una verdadera inspiración para todos nosotros. No juzgues nunca a nadie por su apariencia; lo esencial es invisible a los ojos. Corramos la voz y hagamos conciencia compartiendo esta nota. Recuerda apoyarnos con un Me Gusta, déjanos tus comentarios.
Fuente: porquenosemeocurrio