Noruega: el primer país del mundo en prohibir la deforestación

Aunque los noruegos no son un ejemplo en respeto a los animales, tanto salvajes como sometidos por el ser humano en granjas o zoológicos, sí es cierto que tienen iniciativas interesantes en lo que respecta al cuidado forestal. Y no solo de su país, sino a nivel global.

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Su nota medioambiental, según el índice Better Life de la OCDE, la califica con un 9,2 sobre 10 puntos de media. A ello ha contribuido el control de las emisiones provenientes del uso de la madera como combustible. Todo un mérito de cara a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y que también complementa con una política exterior solidaria para la conservación de selvas tropicales.

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La última noticia sobre este particular ha convertido a Noruega en un país pionero en la lucha institucional contra la deforestación cero. En concreto, esta mítica tierra de vikingos es la primera nación del mundo que se compromete a respetar este principio en su política de contratación pública, según informa en un comunicado Ranforest Foundation Norway.

Un paso importante para proteger las selvas

“Esta es una victoria importante en la lucha para proteger la selva tropical. En los últimos años, un número creciente de compañías se han comprometido a poner fin a la adquisición de bienes que se puedan vincular a la destrucción de la selva, y también se necesitan compromisos similares de parte de los gobiernos”, explica Nils Herman Ranum, de Ranforest Foundation Norway.

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Las organizaciones conservacionistas, como era de esperar, han valorado como muy positivo que el Estado noruego esté ahora siguiendo este ejemplo y al mismo tiempo dándolo. Sobre todo, porque las compras públicas tienen la doble característica de ser de gran volumen y, por lo tanto, significan un impacto ambiental importante, al tiempo que se trata de un gesto de gran valor simbólico.

Deforestación cero en la contratación pública

En efecto, hasta ahora los gobiernos no se habían comprometido a que la política de contratación pública estaría libre de deforestación. Es decir, desde el Gobierno se impondrán requisitos para asegurar que las adquisiciones públicas no contribuyen a la deforestación de las selvas tropicales.

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Bien es cierto que lo suyo sería una deforestación cero al ciento por ciento. Es decir, sin resultar selectva con respecto a un tipo de selvas u otras. Quizá el hecho de que la madera provenga de fuentes sostenibles sea una garantía, aunque desconozco este detalle, esencial, que en realidad es esencial.

Seguir el ejemplo

La Rainforest Foundation espera que países como Alemania y Reino Unido sean los siguientes en seguir el ejemplo de Noruega. Sobre todo porque ambas naciones en la Cumbre del Clima de la ONU celebrada en Nueva York en 2014 hicieron una declaración, junto con Noruega, manifestando su intención de “promover los compromisos nacionales que fomenten cadenas de suministro libre de deforestación, entre otras cosas mediante políticas de contratación pública a las materias primas de origen de forma sostenible, tales como el aceite de palma, soja, carne de res y de la madera”.

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Y, cómo no, demandan a cualquier otro país o compañía a hacerlo. Ya puestos, podrían animar a Noruega, y a quien se quiera apunta, a hacer lo propio con esas otras materias primas de la lista. El problema, tal y como demuestra este mismo listado, es en realidad mucho más amplio de lo que parece, y preservar la biodiversidad o simplemente luchar en favor de la sostenibilidad exige no quedarse a medias.

Ayuda internacional

Ser un país pionero en el uso eco responsable de la madera a nivel gubernamental no es la primera demostración del país en favor de los bosques de todo el mundo y, con ello, de todo lo que éstos suponen. No en vano, además de ser uno de los grandes problemas de nuestro planeta en lo referido al cambio climático, la deforestación es sinónimo de pérdida de biodiversidad y desertificación.

Con el objetivo de colaborar en la prevención de la deforestación como mecanismo empleado para el crecimiento económico en los países pobres, han surgido disintas iniciativas de intercambio de ayuda internacional para la conservación de bosques.

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Se basan en la fórmula de la corresponsabilidad global en un bien común, lo que significa que los países ricos deben contribuir al desarrollo de esos países ayudándoles para que no se vean obligados a recurrir al uso de sus recursos naturales.

Noruega es donante importante de proyectos de conservación de bosques en todo el mundo desde que se comprometió a ello a donar 500 millones de dólares al año en la Cumbre del Clima de Bali de 2007. Sin embargo, de poco sirve esta lluvia de millones si no se cuentan con adecuadas políticas internas y se reduce la corrupción para que el dinero realmente llegue donde tiene que llegar, aunque esa es otra historia.

Desde entonces, ha ayudado a reducir la deforestación en muchos puntos del planeta, entre otros en Indonesia, Brasil, Colombia, Liberia, Perú o, por ejemplo, Guayana, y los resultados son interesantes. Aunque mucho me temo que solo un mundo más equitativo a nivel global es la única solución definitiva. No es cuestión de despreciar los parches, porque hacer, algo hacen, pero atacar el problema de raíz sería infinitamente mejor.

Fuente: elciudadano



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