Primero te engañan, luego te esterilizan y al final te hacen su esclava sexual

Así viven las ‘novias’ del Estado Islámico

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La pesadilla de DKJ empieza cuando solo tiene 22 años. Aunque la joven esconde su belleza en prendas que la tapan entera y que le hacen parecer mayor, su camino de desgracias ya está en marcha.

DKJ viene de Sinyar, en la frontera iraquí con Siria. Se trata de una población que al googlearla ofrece cientos de imágenes desoladoras, llenas de edificios derruidos y escombros. Podríamos pensar que alguien que ha tenido la mala suerte de crecer en un lugar así ya lo ha visto todo. Sin embargo, esto sólo supone un breve anticipo de las cosas a las que DKJ deberá enfrentarse en adelante.

Agredida, muerta de hambre, llevada de un lado a otro del mapa, privada de sus familiares, obligada a cortarse la melena por “impura”, medicada con inyecciones que le esterilizarán y golpeada cuando lo que cocina no es del agrado de su amo.

DKJ se convirtió en una de las miles de esclavas sexuales que los terroristas y simpatizantes del Estado Islámico reclutan entre sus filas para que realicen trabajos forzados, manipulen peligrosas armas e incluso sean violadas hasta la extenuación.

Miles de esclavas sexuales que los terroristas reclutan para que realicen trabajos forzados, manipulen peligrosas armas y sean violadas hasta la extenuación

De todas estas mujeres jovencísimas, sólo algunas —las que puedan ser rescatadas por sus familias por miles de dólares— sobrevivirán, y sólo algunas encontrarán protección en campos de refugiados o incluso a las puertas de Europa.

De hecho, si conocemos las penurias de DKJ, es porque en su triste vida dio comienzo un capítulo un tanto más feliz.

Una vez liberada de sus captores —pero no de los daños imborrables que hicieron a su cuerpo y a su mente—, Entonces su voz temblorosa y sus temblorosos ojos que tanto horror habían visto fueron capaces de contar a la prensa todo aquello por lo que en menos de un año había tenido que pasar.

Las novias de la yihad

La historia de DKJ, de hecho, forma parte del libro Las novias de la yihad, un ensayo ganador del Premio Espasa 2016, firmado por la periodista Ángela Rodicio. Con este volumen que recopila testimonios, entrevistas y retratos profundos de lo que ha significado EI en los últimos años, Rodicio consigue explicar un fenómeno que no es sólo político y bélico, sino también profundamente machista.

Movida por la inquietud de tratar de comprender cuáles son los motivos para que miles de adolescentes occidentales se sientan tan atraídos por el fundamentalismo islámico, la periodista española viajó a varios países para entrevistar a diferentes chicos y chicas que le darían su versión y su visión de esta realidad.

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De entre todos los testimonios , lo que más le impresionó y aquello que acabaría vertebrando su reportaje fue la manera en que estos jóvenes concebían el papel de la mujer en el mundo, así como la obsesión por muchas de estas chicas de abandonar Europa, viajar a Oriente y convertirse en “novias de la yihad”.

Ángela Rodicio escribe de una manera arrolladora. El lector apenas tiene tiempo de respirar entre retratos de escenarios políticos, conversaciones con especialistas o relatos estremecedores de mujeres sometidas por el EI. Esta superposición de textos tan dispares y tremendos no resulta confusa, sin embargo, se trata más bien de un efecto narrativo con que la autora trata simula el caos que supone dibujar el mapa de sucesos que rodean esta guerra santa.

Es un reportaje arrollador, que no deja respirar entre fragmentos históricos, entrevistas profundas y análisis durísimos

Para poder explicar por qué una joven europea es capaz de desear con toda su alma embarcarse en la “aventura” de abandonar a su familia, casarse con un radical y hasta morir violada y maltratada “para servir a Alá”, Rodicio no sólo recuerda la historia de una sociedad que lleva el machismo en su ADN.

Además, la periodista analiza el profundo desapego que existe actualmente entre las segundas o terceras generaciones de inmigrantes de países musulmanes en Europa, millennials que no se sienten integrados en un continente que, según ellos, los insulta, los rechaza y los hace invisibles.

“Si decido que un día debo luchar contra los que nos oprimen”, asegura a Rodicio un estudiante londinense de origen afgano que se muestra muy crítico con cómo Occidente trata a su pueblo, “no creo que lo haga con armas, porque ni he entrenado ni vivo allí; lo haría con mi mente, con todo lo que he aprendido aquí”.

En esta misma entrevista, el joven incide repetidamente en una idea que no deja de resultar confusa. Para él, el error de Occidente reside en cómo tratamos la familia. En que sin la familia es imposible mantener el mundo. Él, que considera a todas las mujeres musulmanas como “hermanas”, cree que las mujeres no deberían ser libres de salir con tantos hombres, sino que deberían casarse pronto y tener hijos, pues en eso es en lo que al fin y al cabo reside el respeto, la idea de familia y la idea de paz.

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Casa de ensueño vs Barbie violada

Ángela Rodicio lo cuenta así:

“Al menos el diez por ciento de los reclutas extranjeros del Daesh son mujeres jóvenes listas para casarse con yihadistas. Quieren vivir en el Estado Islámico, y regalarle la próxima generación de muyahidines […] El número de la revista Dabiq del verano de 2014 contaba con un artículo que loaba el tipo de vida destinado a las jóvenes candidatas occidentales. Incluía una fotografía de tres jóvenes musculosos jugando con gatitos —los perros son animales impuros en el islam—, y riéndose, mientras consumían chocolatinas […] La evidencia recogida sugiere que son las jóvenes de religión musulmana en países de Europa Occidental las más proclives a dejarse convencer y unirse a los guerrilleros islámicos en Siria e Iraq”.

Tras las declaraciones de aquel estudiante afgano en Londres y de esta observación de Ángela Rodicio, advertimos los trucos que el Estado Islámico utiliza para captar a las jóvenes europeas. En primer lugar, se aprovechan de su infinito respeto al ideal de familia que se les ha inculcado desde jóvenes, para acto seguido engatusarlas con una serie de promesas propias de un anuncio de la casa de ensueño para Barbie.

Rodicio cuenta el caso de Aqsa Mahmud, una chica de 20 años que escapó de Glasgow para casarse con un guerrillero que había conocido por Twitter. Al parecer, las fotos que ambos publicaban daban una sensación de felicidad tan desbordante que muchas de las jóvenes que veían a la envidiable pareja no tardarían en desear todo aquello.

Durante 2014 y hasta la fecha, esta práctica se volvió común. Ellas se entregaban al Estado Islámico y a sus liberadores bajo la promesa de recibir regalos, de tener todo cuanto Europa no podría ofrecerles y, además, convertirse en iconos para otras mujeres, en verdaderas aventureras rebeldes.

Primero las engatusan con promesas de libertad, después las engañan, las manipulan, las matan

Chicas de Francia, Alemania, Reino Unido. Chicas que rondan la veintena, e incluso adolescentes de 13 años que esperan la llamada de ese marido ideal, ese Ken fundamentalista y fornido que hará sus sueños de Barbie realidad.

Pero como tantas veces ocurre, las que parecían casas de ensueño pueden estar construidas de naipes endebles, y aunque el comienzo del cuento de muchas de esas chicas sea alegre, lo cierto es que no tardará en convertirse en una historia de terror.

Algunas serán obligadas a matar o a inmolarse. O tras vivirán encerradas en sus casas y apenas volverán a ver la luz del sol. Otras serán violadas. O tras, después de viudas, no sabrán qué hacer con su vida e incluso puede que no sobrevivan.

Fuente: playgroundmag




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